miércoles, 17 de junio de 2009

Una experiencia contada

En la instancia preparatoria del presente trabajo, me resultó llamativo el hecho de no poder encontrar fácilmente en la memoria los rastros de mi experiencia educativa como alumno de Lengua y Literatura del secundario.
Sin duda, el hecho de haber finalizado esta experiencia escolar hace ya dieciséis años y de que mis estudios secundarios fueran los de un Perito Mercantil (lo que equivale a decir que en los programas se le daba mucha más importancia a la Contabilidad y a otras asignaturas tales como la Economía y la Matemática Financiera, que a las Letras), tuvieron que ver en el asunto; pero tal vez no se deba solo a eso.
Lo poco que recuerdo de aquellos años es a una profesora de Lengua muy exigente y amante de su profesión, a la que le gustaba dictar capítulos enteros de algunos textos. Recuerdo también que no existían manuales ni fotocopias y que no trabajábamos prácticamente nada la producción.
Es en este punto, en el que me pareció haber encontrado la clave. En la producción. Y como la memoria funciona de maneras misteriosas, me retrotraje fácil y rápidamente a mis días de alumno de Lengua, pero en la escuela primaria. Allí, aunque parezca mentira, pude ver algunas cuestiones de manera más clara a pesar de los años trascurridos.
De esta etapa inicial recuerdo mucho trabajo grupal, muchos juegos y una maestra (de la cual sería imposible saber su nombre) también dedicada, pero que trabajaba la literatura desde la sencillez y no desde la complejidad. Alguien que nos permitía entretenernos a la vez que aprendíamos.
Es dentro de este ámbito escolar ameno en el que sorprendentemente pude recordar además de a mis compañeros de clase (algunos hoy amigos), a dos trabajos prácticos (deberes se llamaban entonces) en particular y con mucho cariño.
El primero resultaba ser una producción grupal. Una historia de misterio realizada en forma cooperativa con algunos compañeros. De ella recuerdo nada más (y nada menos) el haberme divertido muchísimo al escribirla. Había cavernas oscuras, casas misteriosas y bichos. Su protagonista (un compañero del mismo grupo de “escritores” que se había convertido en personaje por sorteo), en el remate del cuento despertaba de un desmayo (o algo así) en el interior de un féretro del cual finalmente conseguía escapar. ¡Espectacular!
El segundo relato que recuerdo, se trataba de una producción personal. Un texto el cual creo que era una mezcla de cuento y texto argumentativo. Dicho relato describía como un libro era considerado como su mejor amigo por el protagonista de la historia. El libro en cuestión metafóricamente se relacionaba con el niño en una amistad muy singular. Recuerdo haber leído este texto en clase (¡en voz alta!) y con una vergüenza terrible; pero también, que una vez terminada la redacción del mismo, me había dejado la increíble sensación de haber escrito algo que a mis ojos había quedado “redondito”. Es decir que me encantaba todo de él: lo que contaba, como lo hacía y (más que nada) como concluía.
Obviamente, de estos primeros y fundamentales relatos no han quedado rastros en papel. No hay material en el cual indagar; no obstante lo cual, ha quedado demostrado que los mismos se tatuaron en algún lugar de la memoria de este hoy alumno del Profesorado de Lengua y Literatura.
No sé, si lo escrito hasta aquí fundamenta solidamente o no la elección de un servidor por este profesorado a través del camino de la literatura y no de la pedagogía; pero de lo que sí estoy seguro es que la experiencia descripta, de alguna manera sumó para que yo entienda a la literatura como algo fundamental e importante, como algo muy personal y a la vez compartido. Sin duda, a mí me sirvió para comprender esencialmente el inquietante y mágico juego que se plantea entre el autor y el lector en el mundo de lo literario. Y esencialmente, para comprender que la literatura no solo debe ser aprendida; sino disfrutada, gozada. Hoy estoy completamente seguro que ésta es la única manera de que la misma deje huellas tan profundas como las que en mí evidentemente dejó la experiencia descripta, o debo decir… contada.

2 comentarios:

  1. Bien, muy bien Javier!!! Uno de los míos: con imagen y todo!!! Qué te parecen las entradas de las chicas??
    Y qué pasa con Belén, Sebastián, Soledad??

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  2. Gracias. Me parecen muy buenas todas. A animarse a ingresar entradas y/o comentarios: "Hay que salir del agujero interior" (Virus)

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